“La covid agrava el riesgo de
retroceder décadas de logros en igualdad de género” (EFE, 28.05.2021).
He elegido esta noticia porque
me interesa destacar cómo la igualdad entre hombres y mujeres no es real y
efectiva, y que lo conseguido a lo largo de décadas, puede perderse en una
situación tan anómala como la pandemia que sufrimos.
El estereotipo que asocia
mujer con cuidados es la losa que ha aplastado durante esta pandemia el
relativo margen de desarrollo personal de las mujeres en una sociedad como la
nuestra. Pero es que, además, el porcentaje de mujeres en sectores
profesionales feminizados, Cuidados y Salud, es muy alto en comparación con el
de hombres, y la COVID-19 ha repercutido de manera negativa mayoritariamente en
las mujeres.
Sumemos que la
corresponsabilidad es más un deseo que una realidad. Y no nos olvidemos de la
magnífica ocasión que proporciona el teletrabajo para conciliar… O sea, ahora
todas las esferas, tanto personales como profesionales, se mezclan de una forma
un tanto caótica, con lo que la mujer que es cónyuge, madre, cuidadora,
profesional del ámbito que sea, …y ama de casa, ve multiplicada
exponencialmente sus tareas, sus responsabilidades, su presión. ¿Y luego nos
extrañamos de que las mujeres se contagien más que los hombres? La
corresponsabilidad es, todavía, la gran asignatura pendiente en la conquista de
la igualdad entre mujeres y hombres.
Vayamos al apartado “Tres
trabajos en uno” y fijémonos en lo que ha supuesto el confinamiento para
hombres y mujeres… y retengamos las lágrimas, porque es para llorar. Mientras
que las mujeres caían en un pozo aparentemente sin fondo, los hombres
encontraban un refugio productivo en el confinamiento. Quiero pensar, y me consta que es así en ocasiones,
que hay hombres que han sido coherentes con los principios de igualdad y de
reparto de tareas. [El artículo no da datos sobre familias monoparentales o
constituidas por personas del mismo sexo].
La educación en la infancia,
incluso desde los primeros pasos y, por supuesto, en el entorno familiar, es
fundamental para que se pueda observar con actitud crítica lo que sucede a
nuestro alrededor; si niños y niñas se acostumbran a identificar a una persona
(mujer u hombre) con unas determinadas tareas y roles será muy fácil que lo
extrapole al resto de su entorno, reproduciendo esquemas que puede que estén -o
no- basados en estereotipos sociales. Formar personas y no personas
condicionadas por su sexo/género (y no son sinónimos, pero los condicionantes
pueden variar según su naturaleza biológica y su identificación con un género
determinado), es fundamental para no reproducir viejos esquemas que condenen a
la mitad de la población, no lo olvidemos… en beneficio de la otra mitad.
Las estrategias pueden ser
personales, sociales, legislativas, etc., pero es fundamental, para que puedan
ser efectivas, que cuenten con una premisa básica, la de ser consciente de que
existe desigualdad y de que esta situación no es, no debería ser, socialmente
aceptable. La educación y el trabajo con
asunción de papeles distintos a los considerados habituales ayudan a poner en
evidencia estereotipos y conductas. Los cursos de formación en adultos son
fundamentales, principalmente en entornos laborales (para, además, luchar
contra el acoso sexual) y también son interesantes las campañas desde entidades
públicas y privadas para “que vayan calando” en la sociedad los mensajes relacionados
con la igualdad.
Muy acertadas tus reflexiones sobre lo que ha supuesto la pandemia para muchas mujeres. En la mayoría de los casos el teletrabajo, no ha facilitado la conciliación familiar. Más bien ,ha sido la escusa perfecta para que, en muchos hogares la mujer se haya visto a ejercer de madre, profesora, esposa, cocinera, cuidadora,....etc, dejando su trabajo para las horas en las que la casa dormía. Si bien es cierto que en otros casos, los menos, sí ha existido las ansiada conciliación familiar, y corresponsabilidad.
ResponderEliminarLas asignaturas pendientes de la sociedad, la corresponsabilidad, la educación en la igualdad, son fundamentales para llegar a la igualdad de género.
Las mujeres tenemos también asignaturas pendientes, aprender a delegar y desprendernos del rol que se nos asigna desde antes de nacer.